martes, 26 de junio de 2018

Tioscar y los pajaritos

-Má... dale, Tiocar dice que no va a pasar nada.
-Claro, porque después soy yo la que tiene que ir a buscarte y todo eso, ¿no?
-¡Ay dale!
-Javito: … -mamá hace un silencio, me mira fijo sobre las gafas que tiene incrustadas en la naríz hace muchos años.
-Mamá: … -la miro igual porque también uso anteojos.
Así nos pasamos el rato hasta que suena el timbre. Sin cambiar de posición:
-Qué-es-eso-Javito –me pregunta amenazante.
-El timbre, mamá.
-No me digas que le dijiste que sí…
-Es que…
Mamá se levanta superenojada y la silla donde estaba sentada se cae haciendo mucho ruido. Espero hundido en el sillón con cara de buey moribundo.
-¡Tioscar! ¡Viniste!
-Vamo pibe que yastá todo listo -tiene una pajita en la boca-. Tomá pibe -dice mientras se saca otra pajita de uno de los dos mil bolsillos que tiene en la bermuda. Y me la pongo en la boca y me paro al lado igual que él y los dos miramos a mamá con la misma cara.
-Buá, stá bien. Pero niseteocurrra llamar llorando, ¿eh?
-No. ¿No que no voy a llamar, Tioscar? ¿no que no?
-Mh mh -gesticula moviendo la cabeza de un lado para el otro.
Y así es como nos vamos al campo de Tioscar a cazar pajaritos. Es noviembre y hace calor entonces viajamos desnudos en el jeep, yo voy parado atrás agarrado de unos cañitos del techo que no está.
Llegamos a una puerta muy grande y muy pesada que separa el camino que veníamos recorriendo del que vamos a recorrer. Tioscar abre la puerta y me dice que pase manejando el auto. Yo no sé manejar. Él sabe que yo no sé pero igual me dice que es fácil, que hay que apretar el pedal de la derecha y listo, y que cuando quiero dejar de avanzar aprieto el del medio. Entonces me siento y aprieto el pedal pero no pasa nada. Tioscar me da unos empujoncitos desde la puerta para que me corra y sube en mi lugar.
-Así pibe.
Arranca, mueve una palanca, aprieta el pedal que me decía pero antes aprieta otro que suelta rápido y pasamos. Después vuelve a apretar los dos pedales que hay a la izquierda del que hace avanzar y listo, así de fácil, dice. Y se baja para volver a cerrar la puerta grande.
Cuando terminan los dos caminitos por los que van las ruedas del jeep nos bajamos y caminamos. Tioscar lleva un rifle y yo la bolsita que me dio mamá para hacer un picnic. Caminamos mucho. Mucho. Tioscar va cambiando de pajita y no logro descubrir si se las va tragando. En un lugar donde solo hay pasto rodeado de árboles por todos lados ponemos el mantelito en el suelo y nos sentamos a comer y mirar. Tioscar me dice que me fije bien y apunta. Me fijo bien y veo cómo un pajarito que venía volando horizontalmente de repente gira en ángulo recto hacia el piso.
-Así de fácil pibe. Tomá.
Y me da el rifle que no quiero ni tocar. Estoy impresionado, amargado. Entonces corro para donde me pareció que debía haber caído el pajarito y Tioscar se queda masticando su pajita. No lo encuentro. Corro. Corro tanto que me pierdo pero no quiero llorar así que pienso en cualquier cosa y sin querer llego al jeep donde Tioscar dejó el celular. Cuando oigo la voz de mamá se me caen las lágrimas.
-¿Ves? ¿Qué te dije yo? Ya salgo para allá Javito.

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